Para mi compañera de trabajo, la Gabi, que aunque nunca lea ésto, la quiero un montón. ¡Gracias!
Gabriela:
Hija mía, se me hace difícil recordar cuando fue la última vez que te escribí. Si hasta se me complica acordarme de cuando habrá sido la ultima vez que charlamos incluso, compartiendo un mate. Habrá sido en un tiempo tan lejano que eras una niña aún. La niña de la que hoy solo me quedan fotografías.
Te diré la verdad, en un tiempo dejé de entender como aquella jovencita hermosa, inteligente y dicharachera; un día creció para ser una mujer. Un día albergó en su vientre una criatura.
Recordar aquel tiempo hoy me da mucho que pensar. Sentí con la llegada de esa noticia, una traición de tu parte. Te insulté duramente y te dije que en casa no tenías más lugar. Pienso hoy que habrá pasado por tu cabecita de adolescente aún, con 18 años. Luego ya lejos de mi, me enteré del abandono de tu novio, y aunque el dolor era mucho en mi corazón, el orgullo siempre fue mayor.
La pena de perder a tu padre, y la carencia de todo hizo que no te diera una infancia feliz. Me faltó serenidad. No tuve la fuerza necesaria para arremeter contra los problemas cotidianos. Recuerdo a veces haberme descargado contra ti, que en realidad no tenías culpa alguna.
Tanto me costó criarte estando sola, tanto sufrí por darte lo mínimo, porque sé que muchas cosas te han faltado. Sé que no te tuve paciencia cuando eras adolescente. Recuerdo haberte gritado en muchísimas ocasiones cuando hubiera querido hablarte. Debí haberte abrazado en vez de darte una cachetada. Quizá todo eso te alejó poco a poco de mí.
Te he extrañado muchísimo hija. Pero siempre creí que volverías un día, pidiendo perdón. Pensaba que llegarías una tarde y me dirías que yo tenía razón en todo. Que tú jamás podrías mantener y criar una criatura estando sola. Que me necesitabas.
Y todo este tiempo creí lo mismo, que no habrías podido hacerlo bien. Que entre el trabajo de tiempo completo y las obligaciones, terminarías siendo una mala madre.
Pero me equivoqué.
Ayer tuve la oportunidad de pasar la tarde entera con Magalí, tu hijita. Mejor dicho, mi nietita. Ah Magalí… ¡si hasta su nombre es hermoso! Es una nenita adorable. De tan dulce mirar. De una sonrisa tan fácil. Graciosa y habladora, ¡hasta me cuesta creer que sólo tiene cinco años! Es tan inteligente que me impresiona. Estando en casa encontró los anteojos que había perdido y me ayudó a cruzar todas las veces la calle. Y ayer en un momento hasta me indicó que el hombre de la despensa me estaba dando mal el vuelto.
¡Consiguió hacerme reír con tanta fuerza con sus ocurrencias! Nos pasamos la tarde cantando una canción nueva que aprendió en el jardín. Es Magui tan bella, tan feliz y llena de vida que sentí una fuerza interior renovada al pensar que es de mi sangre.
Yo no entiendo como lo has hecho hija. No sé como has podido conservarlo todo, desde tu alegría hasta tu figura siendo madre soltera. Tu belleza y tu sonrisa no se han ido a ningún lado, y el cansancio del trabajo a ti ni se te nota.
¿Sabes? Ayer me he sorprendido también con la cantidad de veces que tu hija habló de ti. ¡Te extrañó durante todo el día! Me ha contado lo mucho que la cuidas, que le encanta que pases la tarde peinándole el hermoso rubio de su cabello. Que eres lo más hermoso que tiene. Que te ama con el alma.
Por eso esta carta. Para que sepas que entendí que yo he sido la errada cuando te creí incapaz de salir adelante. De hacerte saber que me arrepiento de haberte echado de casa, sin conocer siquiera lo maravillosa persona que eres, y que en mi nieta hoy puedo verlo. Porque has criado un ángel que irradia tanta luz, que hoy me trago el orgullo que te separó de mí un día preguntándome, ¿cómo has podido? y te pido: hija mía, ¿me enseñarías a ser madre?
2 comentarios:
muy linda..auque no entendi mucho de quien para quien es..pero = m gust despues m contas que onda..bs q andes bien =)
durisimo para muchos padres que creen que saben todo, y no pueden admitir sus errores ante nosotros, porque los imperfectos somos nosotros asi crecemos y asi criamos
Publicar un comentario