martes, 16 de febrero de 2010

Fósforos usados en la cajita. Un comportamiento iracional que realiza más de la mitad del planeta.

5 de la mañana. Oscuridad. Sonmnolencia. Deseo de tomar dos amargos antes de salir a laburar. Necesito producir una combustión que genere fuego. Opero con elocuencia. Abro el cajón de los cubiertos. Observo la caja. Sentir su peso al levantarla me revela que está repleta. La abro. Encuentro sólo fósforos quemados. Doscientos veintidós, pero todos en el mismo estado. Algunos tan usados que estan ennegrecidos hasta mas de la mitad. Miro al cielo y respiro profundo. Trato de buscar entre la multitud, alguno que haya escapado al uso cotidiano para, por esta vez, sólo esta mañana, tomarme esos dos mates y salir. Mi búsqueda aunque larga, es infructuosa. Respiro otra vez ahora más profundamente mientras aparece la imagen de mamá guardando el fosoforito quemado an la cajita y me pregunto en silencio “¿por qué?” "¿cuánto podés ahorrar por favor?" Trato entonces de concordar con su locura y hago lo que ella haria. Busco un fósforo que esté masomenos entero (cosa no muy sencilla) y lo llevo hasta la llama piloto del calefón. La corta longitud del madero, lo profundo de la cavidad del aparato y la obesidad de mis dedos son la trípode que confabula para entorpecer mi tarea. Mi paciencia y mi tiempo caducan rápidamente. Logro prenderlo. Una cuarta dificultad aparece. El espacio entre el calefón y la hornalla es demasiado para lo que puede resistir el medio fósforo. Se apaga justo antes de lograr asir la perilla. ¡QUE LO RE MIL PARIÓ A TODO! En mi locura juro sobre la Biblia comprar mañana mismo un atado de 40 cajitas de fósforos. Y que me re mil parió a mi también porque ¡¡¡SIEMPRE ME TERMINO OLVIDANDO!!!

1 comentario:

romina dijo...

mami sera eternamente la señora del reciclaje, y no lo podremos cambiar, es mucho mas que eso...