El Tiempo y el Destino fueron hermanos alguna vez. Una traición un día los enfrentó para siempre. Los conjugó ya no sólo en la sangre, sino también en el odio. En la eterna discordia.
El Destino quería operar en los mandatos celestes de cada Hombre, pero no revelarse jamás. Ocultar sus intenciones.
El Tiempo entonces decidió desenmascararlo cada vez. Mostrar al ser humano su futuro y que ya no sea un secreto su porvenir.
Hoy, cada uno por su lado, representan las Dos Máximas Angustias de cada ser viviente del planeta.
Por un lado, la pregunta que hace eco en el alma de la raza humana. "¿Tengo un destino sólo para mí o no existe tal cosa?" "Si aquello existe, ¿cuál es el mío?" "¿Qué camino debo tomar para llegar a él?" "¿Las decisiones que estoy tomando y los caminos que hoy recorro son los que han estado escritos con antelación o estoy corrompiendo el mandato que se me ha asignado?" "¿De qué manera debe terminar Mi Historia?"
Preguntas constantes que pellizcan nuestro silencio, que comprometen todo aquello que hoy tenemos, por ej. "¿Es ésta la persona que debería tener al lado?" y muchas más, igual de aterradoras. Igualmente imposibles de esquivar.
El Tiempo, que desenmascara a su hermano, es decir, que nos muestra nuestro destino, lo hace en un silencioso lapso que demora demasiado, y que en el proceso también nos destruye. Que poco a poco se va llevando todo, casi sin darse cuenta. Nuestros seres queridos, nuestras historias, y a nosotros mismos nos condena; porque el Tiempo también es Olvido. Y por más que se nos prometa nunca ser olvidados en nuestro lecho de muerte, con el Tiempo, sólo con él; somos olvidados. Y dejamos de existir. Y recordamos entonces que nosotros también hemos olvidado a quienes prometimos nunca dejar de retener en el pensamiento. En el recuerdo. Y que hemos destruído la parcialidad de su existencia para siempre.
Hoy nuestro existir está marcado por la constante lucha de éstos dos hermanos. Un Destino que nos provoca incertidumbre. Un Tiempo que nos destruye lentamente.
Un Destino que se oculta. Un Tiempo que lo revela.
Entre ellos existe ese lazo de innegable de hermandad que los une: uno siempre será necesario para la existencia del otro. Y por más que se odien, si bien se mira, se dan vida mutuamente cada vez, eternamente...