lunes, 29 de marzo de 2010

Con tan sólo seis años.

 Su andar es silencioso. Como si quisiera no ser vista. Como si su intención fuera pasar desapercibida por entre la gente. Ser invisible. Trata de no hacer ruido, si, pero cuando camina, el canto de trompetas de miles de querubines anuncian su llegada en cada lugar donde ingresa.

 Trata de que no la vean, pero a cada transeúnte que cruza, lo golpea con la ráfaga de viento que escolta su belleza.

 Ningún hombre puede dejar de verla.

 Su piel es tersa, y se ajusta perfectamente a la escultura natural de su cuerpo. Su color es como el bronceado que se obtinene en una playa paradisíaca. Cada paso suyo es una delicia. Es como una pincelada de los cielos que detiene el corazón.

 Sus ojos dicen tanto. Un verde profundo que ciega. Que encandila. Que maravilla. Pero en sus ojos no hay simpatía, ni mucho menos.

 Su mirada es de fuego, de odio. Detesta haber perdido el derecho de caminar por las calles sin escuchar alguna grosería. Está acostumbrada a que cada hombre la busque deseando sólo su cuerpo, y por ello ya los repele antes de cualquier cruce.

 Ha aprendido a ser lo más arisca posible, tratando de escudar con ello todo lo que tiene dentro. Tanto dolor. Tanto odio a todos los hombres por igual. Tanto rencor acumulado que quema cada vez que recuerda, aunque no quiera. Aunque recordar fuese lo último que quisera para su vida.

 Recordar, y soñar con aquella barba que la raspaba tratando de besarla.
 Aquellas manos enormes que con tanta fuerza opacaban sus intentos de zafarse.
 Aquella despreciable voz que la amenazaba despacito en el oído que si gritaba, su hermana menor sería la siguiente.
 Ese hombre miserable, que representa hoy a todos los hombres. Con ese aliento a brandy, que en sus manos olor a tabaco se llevó toda la inocencia y la infancia de ella, que no podía comprender otra cosa que el dolor que sentía. Suciedad y deseperación que sentía y debía callar. Todo, con tan solo seis años...

2 comentarios:

Sebastian dijo...

Tal como lo pedías: este cuento no me gustó.

Nicolás Gallardo o "gallito" dijo...

Está bien Seba. Yo tampoco me lo terminé de creer. Nada mas trataba de razonar porque algunas minas que están bárbaras son tan mala onda! Un abrazo.