miércoles, 2 de junio de 2010

No hago otra cosa que olvidarte.

 En éstos días no hago otra cosa que olvidarte.

 Con decirte que ayer no te he recordado casi en todo el día.

 Me costó mucho, pero traté de distraerme con cualquier cosa y estoy orgulloso de poder decir que no pensé en vos durante la tarde entera. Aunque bueno, a eso de las siete, pusieron en la radio nuestro tema y ya me quebré. Pero hasta eso, no me dolió el corazón en ningún otro momento.

 El hueco ese que te conté que me dejaste en el centro del pecho con tu partida, se va cerrando poco a poco, y no arde ya con la menor brisa, si no recién cuando siento vientos que soplen bien fríos y fuertes. ¡Estoy progresando!

 Creo que ya ni extraño la frescura de tu boca otorgándome la divinidad roja y carnosa de la que se valía mi existencia.
 Es más, estoy casi seguro que mi alma está empezando a sobrellevar el tormento que causa los miles de recuerdos que laten en cada rincón de ésta, la casa que alguna vez fué nuestra.
 Me acostumbro al silencio del tiempo que ayer danzaba sonoro con tu claro canto que me hacía soñar un mundo eternamente feliz.
 Y de noche, me contenta saber que sea parte del pasado que mi espíritu muera cada vez que debo afrontar la fría soledad de nuestra cama, ésa que ayer fué sede de las pasiones más grandes. Ahora solo me duermo en una agonía latente que punza dentro. Pero nada más que eso.

 En éstos dos años, de a poco tu mágico perfume silente se está disipando de las paredes de nuestra habitación y ya casi ni se conjuga con la fría humedad de los amaneceres que entra silbando tu recuerdo por la ventana.
 La sombra fresca de tus manos acariciándome en la penumbra es una ilusión que se ha decidido abandonarme casi por completo, al igual que esta sensación de tibieza entre mis dedos rozando tu cintura que bailaba conmigo otorgando vida.

 En éstos días no hago otra cosa que olvidarte.
 Y con decirte que apenas si he llorado anoche recordando tu ausencia, buscándote inquieto en el aire que alguna vez reemplazó tu coporeidad bendita.

 Como verás, estoy mucho, mucho mejor. Por eso ésta carta. Para que sepas que estoy aprendiendo a respirar sin vos.

 Ahora estoy festejando haberte dejado ir de mi mente, recordándote; dándome un recreo de tanto olvido.

 Sólo por las dudas, ya sabés donde encontrarme. Cualquier cosa, buscame. BUSCAME.

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