lunes, 8 de noviembre de 2010

El recorrido del miedo.

 En la noche el silencio se hace más espeso y los ruidos invaden las soledades calando duro en su profundidad.
 
 La tensión se enciende en un momento y comienzan las ansiedades.


 La bestia ha sido liberada y es enorme y salvaje. Y aunque la cadena le penetra profundo en la carne del pescuezo, nunca deja de mostrar su descomunal fuerza, tirando desaforadamente por la vereda, clavando las enormes garras en el pavimento, en la lucha por arrastrar a su celador.

 Jadeando, babeando, exhibe imponente la hipertrofia de sus músculos.

 La blancura de sus dos filas de miles, enormes y afiladísimos comillos saliendo de su boca; hace impactante contraste con su lúgubre y nigérrimo pelaje, dando una imagen más impresionante aún. Pareciera que le brillan las fauces en tamaña mandíbula.

 El grotesco espectáculo espanta las almas que transitan y se alejan de inmediato de su proximidad. Los niños son llamados a sus casas a gritos desesperados por sus madres que han echo rodar la noticia de que la bestia anda por las calles. Las últimas ventanas que quedaban abiertas, son cerradas fuertemente al sonido de un chillido de miedo que sale del interior.

 Enseguida, el mounstro y su centinela quedan solos por las calles, dueños ahora de las cuadras vecinas.

 El trayecto termina, y el animal vuelve agotado haciendo sonar el arrastrar de su pesada cadena. Las bocanadas de aire caliente que exhala son emitidas a una frecuencia estremecedora.

 Los vecinos sigilosos, horas después empiezan uno a uno a recobrar el valor para salir poco a poco de sus casas.

 Pero nunca dejan de estar atentos a que la bestia negra pueda volver a abandonar sus dominios. 

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1 comentario:

Anónimo dijo...

SÍ SUPIERAN QUE ES UN ENCANTO MI NEGRA HERMOSA Y QUE SOLO PIENSA EN JUGAR!!!!!!!!!