domingo, 2 de enero de 2011

La belleza de mi Norte.

 La escena fué sencilla, humilde y de corta duración.

 De una vieja radio, no recuerdo bien si Peteco o el Raly, hacían una chacarera.

 Ella de 10 y su hermano de 8 años, comenzaron a bailarla,  mientras la madre terminaba de hacer las compras.

 El salón es chico y la danza no tuvo intenciones de llamar la atención. Pero su naturalidad tuvo quizá más belleza que si hubiera sido una coreografía ostentosa o estilizada. En el silencio de los pies de los bailarines acariciando el suelo, había ciertamente otra magia.

 Una maravilla evidentemente nata, porque creo encontrarle un plus a los que desarrollan un tipo de arte que interviene directamente con lo más intrínseco de su ser. Que se asocia a sus raíces. Por eso creo difícil que un correntino se pueda ganar la vida rapeando, por ej. Pero no quiero generar discordia con esa idea mía, asi que evito extenderme.

 En fin, cuando terminaron, nadie aplaudió, porque no era necesario. Y me puso más contento aún que todos hayamos sentido aquello como cosa de todos los días. Me recordó lo dichoso que soy de pertenecer a esta enorme provincia hermana con fortísima impronta cultural denominada Noroeste Argentino.

 Volví a hacer mis cosas contento, pensando una frase que me recurre mucho últimamente: Como te voy a extrañar, mi Jujuy... Pero eso pertenece a otro artículo que todavía no me animo a escribir...

1 comentario:

Anónimo dijo...

YO SE LOS VENGO ADVIRTIENDO POR PROPIA EXPERENCIA, EL DESARRAIGO ES ALGO QUE HAY QUE LLEVAR POR DENTRO, YA QUE NO SE PUEDE SUPERAR, ES COMO UNA ESPECIE DE MUERTE REVERSIBLE......IMPLICA ACEPTAR LAS COSTUMBRES DE LOS OTROS O TRATAR DE IMPONER LAS DE UNO,UNO SOLO, VALGA LA REDUNDANCIA.....