domingo, 10 de abril de 2011

Un lugar diseñado para no querer volver.

"Vos dijiste: 'Esta noche pago todo.' Todo incluye todo, hermano. Taxi, entrada, puchos, cerveza, fianza y colectivo de vuelta."

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 Frío, oscuro, poco hospitalario. Quién diseñó el calabozo lo ha pensado así y no de otra manera. Y todo lo que creemos que le falta, son las carencias que debió tener aquél proyecto cuando se lo soñaba: sin luz ni espacio, poca higiene, extrema frialdad, ausencia de muebles.

 "Es a propósito que es así. En realidad no le falta nada" deduzco mientras repaso uno de los tantos grabados que hay en la pared. "Mamá perdoname" reza el escrito y se suma a la cantidad de factores que hacen que ésta celda, sea propiamente una celda. (No puedo no filosofar sobre la escencia de las cosas.)

 Hasta el ebrio con el que tengo que intercambiar piñas adentro, tras barrotes, apenas llego me parece estar puesto ahí a propósito. Por eso es que aprovecho su función y me hago un pequeño corte en el primer nudillo con su incisivo en una de las 5 trompadas que le pongo en plena cara. Después caigo que era la primera vez ese día que ponía una piña sin guante en la cara de alguien. Y ya iba por el 2do rostro, y por la 9na mano bien puesta. Buen comienzo. (Cuento todo ésto porque soy un aficionado a los deportes de contacto: me gusta cuando la gente se caga a palos.)

 La cárcel, su frío y su silencio da mucho que pensar. Inevitablemente en una cosa: en la libertad. Para entender el concepto "libertad" no basta con leerlo en un diccionario. Hay que perderlo por un un momento. Y mientras más tiempo se viva en la ausencia de ese derecho, más se lo va comprendiendo. Nosotros estuvimos 11 horas, así que nos quedó bien clarito.

 Pensé también en los estados psicológicos. Ellos saben que es mentira que en dos horas salís, pero te lo dicen para darte falsas esperanzas y debilitarte mentalmente. Esa ansiedad se mezcla con la falta de sueño, el hambre y, en este caso, con el frío. Uno siente que no es dueño de nada. Ni siquiera de un par de cordones, condenado a verse nada más que las manos para obviar las paredes con mensajes desalentadores y confundido con el olor a pis que aroma el silencio de nuestro encierro.

 Incluso el volumen de ruido que hace la reja de hierros oxidados cerrándose, pesada, tras de uno, está ahí por algo: para que ese sonido signifique algo. Para que lo asocies con algo por lo que no querés volver a pasar.

 Pero había algo ahí que nos hacía fuertes y serenos. Algo en lo que no pensaron ahí adentro que nos ayudaba: el levantar la mirada y ver a un amigo con uno. Acompañándonos, como ha sido toda la vida. Cuidándonos, como siempre. Tratando de levantarnos con algún chiste, o recayendo en la preocupación, pero juntos. Entender la profunda realidad de eso de "en las buenas y las malas." Y compartir la nueva experiencia. Y todo vuelca su sentido. Y nos revive a cada eterno minuto que trascurre esperando por salir.

 Por eso es que les agradezco una vez mas que hayan estado. Y aprovecho el espacio para disculparme con sus madres, que hoy fue ocasión para conocerlas por primera vez. Quiero decirles que así como estuve con mis amigos cuando la celda se cerraba detrás de nosotros, también estuve cuando sus hijos lloraron y rieron. Y ellos conmigo. Y que voy a estar cuando se reciban o se casen. Y que nos encerraron por defendernos, nada más. Y que me quedo con ellos por todo lo bueno, y no para seguir compartiendo veladas preso: estoy seguro que NINGUNO quiere volver.

 Por eso recalco que me gustó conocerlas, mas a la madre de Juan, que nunca la había visto. Y ojalá nos veamos seguido, y en otras circunstancias, claro. Y seguro que así será, porque comprendí una vez mas que lo nuestro con los muchachos es amistad verdadera. Aunque yo no sea del barrio o eso, quiero seguir creciendo con esa amistad. Y Dios quiera que dure para siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

OJALÁ QUE NUNCA TENGAN QUE VOLVER, POR NINGÚN MOTIVO Y ESO SIGNIFICA NO DAR MOTIVOS.ESTÁ LA POLICÍA PARA ACTUAR NO TIENEN QUE HACER JUSTICIA POR MANOS PROPIAS PORQUE PUEDE PASAR ESO O ALGO PEOR. SON EXPERIENCIAS FEAS DE LA VIDA, HAY QUE PASARLAS A VECES PARA VALORAR MÁS LO QUE UNO TIENE...