jueves, 7 de julio de 2011

Todo tiempo pasado fue mejor...

 No es raro que el término "matrero" ya no se utilice, aunque algunos malvestidos y despeinados quieran parecérsele. Si nos ponemos a pensar en la escencia de la palabra, está bien, en realidad, que ya no se use.

 Para empezar el gaucho matrero era criollo y cristiano por tanto. Eso quizá lo alejaba de un perfil delincuente. Imagino una estampita de la Virgen en alguno de sus bolsillos. No necesitamos hacer largas encuestas para deducir el origen ateo de los "rebeldes" de hoy en día.

 A los cuchilleros del sur de aquel entonces se los podía encontrar en la milonga, local donde el tango, la murguita y la cumparsa tenía lugar con músicos en vivo. No hace falta describir la complejidad y desarrollo musical de ese género que hoy sigue cautivando los oídos del mundo.

 Los "malos" de hoy escuchan reguetón... Desde un celular... Comprado por los padres...

 Vemos la diferencia de raíz de ambos estereotipos. Aquéllos le daban la espalda al sistema. Éstos son mas presa del consumismo que cualquiera.

 Los malevos del ayer eran prófugos de la ley, a la que no debían otra cosa que muertes tomadas en afrentas mano a mano, a limpio puñal. Si bien, había barras definitivamente unidas fraternalmente; cuando el duelo tenía lugar, nadie intervenía. Aunque eso les costara ver morir a un amigo de toda la vida. Nos habla del respeto como pilar. Una cortada que silbaba en el aire esquivada por el caderazo inminente y luego la réplica filosa y punzante, inmediata, penetrando la carne, certera y mortal. El silencio tenso como escenario latente que traía el ocaso de otra vida cobrada por honor. Podían oírse las espesas gotas de sangre cayendo sobre el tierral y hasta el llanto de la china del finao allí, en la vereda, era callado aunque notorio. El ganador se retiraba con sus muchachos en silencio, cobrándose la muerte como el caballero que su estirpe le exigía ser.

 Cuando los "malos" de acá al frente de mi casa se "pelean" gritan como gatos en celo y juro nunca haber visto una piña bien puesta. Sólo forcejeos inútiles y el clásico "soltame, soltame", vana y vieja excusa para no ponerse frente a frente. Porque esa es otra diferencia: jamás sus correteadas contaron con menos de 7 integrantes. ¿Tendrán miedo de pelear solos? La última vez que los vi, dos madres de los "pesados" estaban en el medio, a los gritos también. Más pareciera un circo payasesco y alborotado que aturde, que una afrenta seria.

 Entre los malevos de ese tiempo, siempre había uno, afamado, temido y respetado que se había ganado su lúgubre lugar por haber muerto o humillado a los mas hábiles faconeros del pago. Hoy todos son caciques y su falta de jerarquía los establece anárquicamente sin referentes a quien respetar, a quien seguir, a quien sentir si pierde el duelo. A éstos los he visto peliarse (empujarse) entre los de la misma barrita.

 Tamizando la diferencia más plena, los matreros de antes eran hombres maduros y sabios que lo que habían aprendido se evidenciaba en una cicatriz profunda sobre el párpado izquierdo o en la experiencia de esquivar o no contarla; lo que los hacía valientes: los hacía hombres.

 Los de hoy son niños malcriados con miedo e inseguridad. Son chicos, nada más...

1 comentario:

Rosana dijo...

Mi abuelo fue musico de matreros, guitarrista milonguero, llevaba siempre un facon el cual no se si hizo uso o tuvo victima fatal.
No pude conocerlo lamentablemente, fallecio antes de que yo naciera.
Tuvo varias "chinas" en Entre Rios y Buenos Aires y con una de ellas tuvo a mi padre. Que aunque lo entrego a sus padrinos para la crianza siempre estuvo presente en su vida.
Es cierto, la valentia es cosa rara en estos dias como la caballerosidad.