Búsquedas.

 Tengo la creencia de que todos, absolutamente todos, en algún momento, nos preguntamos por el "sentido de la vida."

 Si bien, yo no tengo una respuesta específica, supongo que se trata algo relativo a una "búsqueda." O por lo menos, es lo que yo hago. Buscar.
 
 Busco, ante todo, un lugar perfecto. Un lugar propio. Mío. A donde haya permanecido siempre y llegue sintiendo una calurosa bienvenida como una golondrina perdida que vuelve a la querencia.

 Imagino aquellas tierras que tienen mi nombre escrito, que ansían que las conquiste.
 Sueño con esos cielos que otorgan el clima que me temple como siempre quise.
 Espero y me juego por ese arroyo cantor que me entregue su frescura cada tarde.

 Y más que nada, quiero un lugar que también me reconozca a mi, como el poblador esperado.
 Caminos que, a que negarlo, hayan sido andados por otros peregrinos, pero sólo para reconocer con mayor exactitud que sólo mis huellas encajan en los senderos que se dibuja en el terreno.

 Yo también he caminado mucho. No quiero pronunciar ahora que milité por el filoso empedrado bajo un sol calcinante. O que el frio hostil de otros lados me cortó la piel con su ventisca. No. No quiero decirlo, ni lo haré, porque no es así. Siendo honesto, estuve en bellos parajes, que también quizá un día me ofrecieron renunciar a mi calidad de turista y radicarme allí para siempre.
 
 Sobre ello, aqui dos consideraciones:
                                                         I_ Si llegué a hacer de esos sitios mi posada, es porque fueron maravillosos. Y lo son. Verdaderamente exisitos. Y siempre agradeceré la calidez con que me guarecieron.
                                                       II_ Si fui un viajante que permaneció sólo un tiempo; jamás supe (ni quise) esa condición hasta que me fui de allí. Siempre llegué para quedarme, pero las circunstancias me llevaron a reconocer un día mi carácter de temporalidad finita.

 "Me voy" dije. "Debo irme porque otros vientos me empujan a nuevos horizontes." Y partí.

 Y hoy camino solo.

 Muchos dirán que abandoné realidades por un sueño que sólo existe en mi mente. A ellos les digo, que no sólo está en mi mente, si no en mi corazón. Y en mi corazón creo que llegaré.

 El paraíso que imagino es demasiado tentador. Aunque por otro lado bien sé que los mejores paraísos son únicamente los paraísos perdidos.

 O quizá sólo eso soy. Un caminante sin destino. O destino de caminante, que es lo mismo. Ya lo sabré.

 Hoy me la juego por pasos que van hacia adelante, con la esperanza de llegar antes de que mi tiempo haya acabado.
 Es verdad que me preocupan varias cuestiones.
 Llegar a tierras ya conquistadas por invasores implacables imposible de arrancar.
 O darme cuenta de haber estado en mi terruño en el pasado y no poder Volver al Camino que es el Tiempo.
 O que mi lugar nunca haya existido. Pero esta última posibilidad, hoy, gracias a Dios, la considero imposible.

(obvius aclareishon: todo es metáfora. estoy hablando de minitas)