miércoles, 5 de mayo de 2010

Pequeño Viaje en el Tiempo. (Cuentazo).

 _¡Despacio! ¡Sin correr chicos! ¿Quieren limpiar el piso con la cara acaso?_

 _Usted, Ortiz, arréglese esa corbata. ¿Y los cordones? ¿Todavía no se los sabe atar acaso? Venga para acá. Por eso nunca me gustaron los recreos_ le digo mientras se los trenzo fuertemente. _Ustedes deberían quedarse en el aula, en vez de andar correteando como locos por cualquier parte.¿Qué van a aprender jugando a las "escondidas" a ver? Está claro que un buen texto de Historia sobre la vida de José de San Martín les puede enseñar más que la "piyadita."_ digo mientras me incorporo. _Día de la muerte del gral. San Martín_ le exijo ahora mirándolo a la cara.

 Ortiz se hace el de pensar, entrecerrando los ojos en busca de la respuesta en el horizonte. Yo inspecciono con atenta mirada la mugre en sus pantalones. Estoy seguro que desconoce la respuesta, aunque no dudo de su inteligencia, ya que con sus escasos 8 años este niño tan carismático como despeinado organizó y encabezó de manera impecable varias travesuras en el aula siendo ayudado por casi la totalidad de sus compañeritos, leales a él, su líder.

 _Ay, no sé profe_ dice impostando un olvido repentino.
 _Ajá. ¿Y le parece bien? Repita conmigo "El libertador de mi Patria murió un 17 de agosto de 1850."_ digo buscándole la mirada para que repita.
 _El libertador de mi Patria murió un 17 de agos..._ una rápida palmada en la espalda a la voz de "vos la tenés" lo obliga a salir en rápida carrera, dejándome sólo con mis enseñanzas.

 "Mañana se lo pregunto y ya va a ver si no se acuerda," pienso mientras camino ahora por la puerta de mi aula.
 Ahí está Mateo, sentado, sólo, como siempre, con un libro entre las manos.
 Me quedo mirándolo apoyado contra el marco.

Ay, si tan sólo todos fueran como él; si todos supieran que llenar esas cabezas de conocimiento es la única manera de salir adelante; que linda escuela tendríamos. Que futuro habría.

 Mateo me recuerda tanto a mí... Inteligente y callado. Siempre con la ropa limpia y los zapatos brillantes. Las tareas siempre listas, las pruebas nunca menos de 9.
 Para que quiere andar jugando a la pelota con una latita de gaseosa aplastada, sabiendo que les puede dar en el ojo y terminar en el hospital. Tantos libros hermosos de los nuevos autores que hay hoy. ¿Qué sentido les da armar los torneos de figuritas, tratando de lograr el "espejito vale dos"?

 Bien que yo nunca perdí el tiempo en eso y no me morí por hacerlo. No necesité amigos para ser Mejor Promedio en el magistrado.

 Mateo se levanta, seguramente al baño, y cuando pasa a mi lado le doy una caricia en el pelo. No me mira, y un compañero que llega corriendo se le planta en frente y lo invita a jugar.
 _¿Jugás Mati?_
 _No, está bien_ dice con una voz monótona y vuelve los ojos a su camino.

 Su caminar lento, y la corvatura de su espalda mientras se aleja ahora, me lo hace sentir aún mas parecido a mi en mis tiempo de niño. Tanto que siento que mi propia infancia vuelve a mí como una ráfaga fría. Y me pierdo en recuerdos en el reflejo del sol que ilumina la galería.

 Estoy yo, siendo también invitado a jugar en el pasado. Me encuentro respondiendo también que no a la invitación.

 Soy ese que poco a poco va dejando de ser hablado por mis compañeros que por mis continuas negaciones al juego, han desistido.

 Soy el que va quedando sólo a la hora de hacer grupo. El que no ríe de los chistes o travesuras. Aquél que se queda en casa los sábados a la tarde, resolviendo una sopa de letras, mientras todos aprovechan el día soleado.

 Mis recuerdos suceden rápidamente. Ahora me veo sentado en el aula de mi último año de secundario. Todos están levantando la mano menos yo. El que está al frente de espaldas al pizarrón es el coordinador del Viaje de Egresados, y los chicos no pueden contener la emoción de conocer Carlos Paz. Yo, como siempre permanezco indiferente. Para que voy a ir, si hasta me va a faltar un amigo para ir sentados en el colectivo. Ese amigo que no me supe hacer en 5 años y que sufro en silencio por no tener.

Esa amistad que nunca hice, que tanto hoy me falta en las historias que ahora no tengo para contar. Las anécdotas que no poseo vividas junto a algún compañero de aventuras.

 Las risas que contuve, las macanas que nunca me mandé junto a una persona que esté dispuesta a ayudarme a resolver, o a ocultar.

 La mujer que jamás me animé a enamorar que se traduce en la familia que hoy no tengo.

 La vida que no viví ha vuelto hacia mí ahora en el caminar de ese changuito que se va despacio y callado. Que no sabe las cosas que se está perdiéndo hundiéndose en su soledad. En su silencio. Que las risas que hoy está olvidando de soltar, mañana le dolerán como nunca.

 ¡Ése niño soy yo! Es como haber podido viajar en el tiempo en éste momento y arreglar ahora en él los errores que cometí y hoy tanto sufro.

 _¡Ortiz!_ digo deteniendo su corrida.
 Viene hacia mi cabizbajo y con las manos en los bolsillos, sospechando de seguro que lo voy a retar por haberme dejado sólo hace unos momentos.

Sin mirarme, se peina como puede los rulos y espera detenido frente a mí el veredicto.

_¿PUEDO JUGAR?_ arremeto de una vez.

 Juanjo Ortiz que había llevado su mirada al piso, le levanta lentamente con una mueca que va tomando la forma de sorpresa hasta llegar a mis ojos.

  Hace un breve silencio mientras me mira desconcertado.

 _Pero "pajarito nuevo piya"_ avisa recobrando la cara de pícaro que lo acompaña en todo momento.
 _Dale_ le digo, tuteándolo por primera vez.

 Calla otro segundo mientras termina de convencerse que mi propuesta es en serio.

_¡El profe piya!_ grita mientras sale disparado.
 Yo lo correteo a él y a los demás, con un ojo siempre puesto en la puerta del baño.

 Sale Mateo.

 Me acerco recobrando el aire y nos miramos.

 _¿Usted está jugando profe?_ pregunta extrañado.
 _Si_ le digo mientras le pongo una mano en el hombro. _Y si me atrapás te pongo un diez_ digo contagiándole una sonrisa y salgo rápidamente mientras él ahora sale en carrera buscando tocarme a mí o a sus compañeros que se le cruzan en el camino desafíandolo entre risas a que los alcance.

3 comentarios:

Sil dijo...

noooo cuantos recuerdos me trajo jajaja , extraño esos dias jajaja^^; cuando me lo imaginaba me lo imaginaba en la escuelita con otros chicos claro =P, super el cuentito =D.

Nicolás Gallardo o "gallito" dijo...

"Ese olor unico a sudor y tiza que no se encuentra en ninguna otra parte" dice Alejandro Dolina sobre la escuela primaria. Quiero volver!

romina dijo...

que lindo seria saber como cambiar a otros para que no cometan los mismos errores si nisiquiera reconocemos los nuestros, no podemos ayudar a otros