martes, 4 de mayo de 2010

Mujeres inolvidables.

 Hay momentos cortos en la vida que uno, casi siempre sin saber porqué, recuerda con mucha fidelidad. Las memorias de la infancia suelen ser a veces borrosas, otras límpidas. Se mezcla lo que creemos conocer con aquello que nos han contado. Hemos transformado sucesos poco a poco de su original "como fueron" a "como nos hubiese gustado."

Hay recuerdos encubridores que recordamos porque en realidad nuestra mente no soporta la angustia de hacer conciente lo que "en realidad pasó."
 Le tememos al río pero no sabemos bien porqué. Indagando psicoterapéuticamente descubrimos que a la edad de tres años vimos a nuestro perro morir ahogado en la correntada.

 Borges proponía un mundo que acababa de comenzar, pero recuerdos (falsos) en nuestras mentes de un pasado antiquísimo.

 Mucho de la realidad se filtra por varios mecanismos hasta llegar al relato.

 Pero ésto si me acuerdo.

 Era época de vacaciones. Campamento de la colonia. (Si, fui a la colonia). A la mañana, yendo a tomar el té, aparece un sapo cerca mío. Me hago para atrás. Ella estaba conmigo. O yo con ella, mejor, porque ella era quien me gustaba a mí, y no a la inversa. 

"_Uy, mirá, un sapo_" dice tranquila.
 Se acerca y lo levanta con la mano.
 Mis emociones entonces se encontraron. Por un lado, la repulsión de ver al anfibio que, si bien parecía grande, con las patas extendidas contorneándose, hacía ver enorme su bífida y húmeda existencia.

 Por otro, la valentía y calma de ésta mujer, quién me lo exhibia tomándolo ni siquiera con dos dedos, si no con toda la palma, cómoda con los imprevisibles movimientos del animal, pasándoselo de mano en mano, ésa mano tan bella, que hasta hace dos minutos quería tenerla entre las mías.

 Fue durante ésa fusión de lo desconocido y lo bello, que comprendí sin saberlo (¿es posible conocer sin saber?) que lo ético estaba íntimamente relacionado con lo éstetico. Fué la imagen mas conctreta de que es así. Que la belleza es la verdad, como decia Keats. Y me dije "yo también."

 Entonces desde alli, que recordando su entereza aquella mañana hoy trato de imitar esa actitud en su nombre. Me acerco sin desconfianza a lauchas, cucarachas, rococos (ya me pasó), esperando medirme ante serpientes, carpinchos y perros grandes. Quizá buscando ser para alguien alguna vez, tan memorable como ella lo fue para mí.

4 comentarios:

sil dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Nicolás Gallardo o "gallito" dijo...

Gracias por tu corrección querida lectora. Te espero siempre por aca.

Nicolás Gallardo o "gallito" dijo...

Que ciruja! Borre sin querer el comentario de mi ex compañera actual amiga Silvana que me decia que le gusto el relato y me hacia la correccion de que el sapo es un anfibio no un reptil. Si Sil, soy un animal! (viene al caso, que no?) Gracias!

romina dijo...

y esta es tu manera...