domingo, 25 de julio de 2010

La dosificación del amor.

 El amor pude ser expuesto de manera científica, en un intento (siempre hipotético) de descubrir las leyes que lo rigen y las variantes que lo influyen.

 Existe una verdad primera irrefutable: "el amor existe."

 Comencemos por tamizar la realidad de lo que se nos promociona desde los medios.
 En más de la mitad de las películas ya sea al volver de la guerra, tras robar un banco, o en medio de la balacera, triunfa el amor.

 Un profesor esquizofrénico que recibe el Premio Nobel, dedica su discurso de agradecimiento por dicho reconocimiento a la mujer que lo acompañó toda la vida y que por tanto él ama, al tiempo que trata de ignorar las visiones que lo atormentan mezcladas entre la congregación.

 Un civil común descubre su realidad de "Elegido" recién después de ser besado por la mujer que le confiesa su amor, habilitándolo a esquivar balas de manera especial y derrotar sin esfuerzo a agentes implacables.

 Princesas hechizadas son rescatadas por un príncipe azul que las enamora de un beso, devolviendo la soledad a siete enanos. Sirenas abandonan la inmensidad del mar producto del enamoramiento. Perros celebran haber encontrado a su pareja pariendo 101 crías.

 Primera verdad decantada entonces: "el amor es un buen recurso literario."

 Asociamos inmediatamnete por repetición de esta influencia mediática, que el "final feliz" tiene que ver con encontrar nuestra media naranja.

 Desengañémonos con las sig. observaciones. La clásica toma final de las películas que se desvanece dando paso a los créditos, nos muestra una pareja besándose. En ningún lado se nos relata como siguió la relación de los personajes: si tuvieron problemas con la mudanza, cuánto le costó a uno aceptar los pésimos gustos musicales del otro, de que manera resolvieron el problema de los ronquidos, qué diferencias hubo entre los niveles de higiene entre sí, etc.

 Si bien, en la ficción sucede; en la realidad dudo que ocurra con la misma frecuencia.

 Una segunda verdad se desliga de hecho: "el amor no ocurre tanto en la realidad como en la ficción."

 Lo que en verdad sucede, es que el amor tiene las mismas probabilidades de ocurrir que la lotería.
 Alguien lo expuso así: estando parados en la puerta de un negocio, de cada 100 personas que veamos pasar por la vereda, solo 1 nos interesará. Luego, si extraemos a 100 de esas personas que nos interesaron  entre las 10.000, sólo una quizá se interese entonces por nosotros. Una sólida posibildad de una en un millón.
 Pues entonces:
                       "El amor verdadero es algo que tiene mayor tendencia a no ocurrir."

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 Ahora bien, existen otras posibilidades de que el amor ocurra: "lo bueno dura poco."
 Razonemos sobre lo dicho. Si algo esta cerca a precipitarse, demuestra entonces calidad. Algo que promete durar poco, corrobora lo hermoso de la relación.

 Las relaciones más comunes mueren por desidia, aburrimiento o desengaño. Es decir, tienen un final explícito por voluntad de una o, en el mejor de los casos, ambas partes. Si la relación se termina, hay un encuentro que da cuenta de la muerte del amor.

 Pero los finales que no están escritos en ningún lado son los mejores, porque nuestras menten imaginan siempre el ideal. Una persona que hemos amado un corto lapso de tiempo y luego debe partir lejos, nos ahorra todos los recuerdos de una fastidiosa cotidianidad, del daño progresivo de los celos, la difícil convivencia, etc.
 Un instante que dura una tarde para dos enamorados que pronto se separarán, queda para siempre como eso: amor en estado puro y un Destino implacable que los separa.

 Es una curiosa dosificación del amor que existe: "si se muestra imposible y repentino, será amor verdadero e inolvidable."

 Quizá porque los ideales son inalcanzables, quizá porque anhelamos sólo lo que no podemos tener. Pero queda en el recuerdo asi, como perfecto e imborrable. Es perfecto porque no nos cansaremos nunca uno del otro porque nunca hubo tiempo para ello, e imborrable porque lo corto es siempre más intenso.

 Hay canciones que relatan a un hombre casado, siendo padre de familia, recordando a aquel amor pasional y  maravilloso que tuvo una vez, quién está lejos, en un círculo familiar igual; también recordándolo.

 Debemos entonces sólo resignarnos a disfrutar de encuentros así, sin intentar cambiar la condición fugaz de esas vivencias, porque haciéndolas reales y tornándolas duraderas perderán su magia. En nuestro recuerdo, sin convivencias difíciles ni costumbre desgastante, permancen como las mejores. Sin oscuro desengaño.

 No debemos tratar de atrapar el agua que cae y nos moja las manos. Si bien, se nos escapa entre los dedos, disfrutemos la corta frescura que nos otorga y la celebremos.
 Es bueno porque ha durado poco. Y porque los dos lo podrán imaginar para siempre el mejor "como hubiera sido si...."

 Esta tarde me mojé las manos, y como todos, por un instante, traté de que atrapar ese agua que caía. Luego entendí que el Destino siempre tendrá el Guión escrito. Y lo acepté una vez más. Y aunque duela después, tardes como ésta, la agradezco profundamente, aún sabiendo que mañana las pagaré con el recuerdo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

CLARO QUE EL AMOR EXISTE, ES ALGO BELLO Y DIGNO DE SER VIVIDO. EL AMOR NO SE DIVIDE, SE COMPARTE Y SE MULTIPLICA, ESO ES LO BELLO!!!!!