sábado, 27 de noviembre de 2010

El ocaso de los asadores.

El ocaso de los asadores.

 
La criollada se impacienta
ante la cruel privación.
Enfundado está el facón,
y la chaila está colgada.
la parrilla, limpia y guardada
ya sin restos de carbón.

Sobre la brasa silbante
ahora sólo está la pava,
cuando es hora e` la mateada.
 Pero ni hablar de un buen asado 

 es que hay miseria en estos pagos
y nos han dejao` sin nada.

Ha sido grande el robo
y es enorme la inflación,
no alcanza ni pa` el carbón,
y olvídese de un buen vino.
Nos privan de lo argentino,
matando a la tradición.

Hoy las parrillas esperan
a morcillas que están ausentes.
Butifarras sólo en la mente,
chichulines en el recuerdo.
y amigo, los labios me muerdo
de pensar en esta suerte.

¿Y donde habrán los asadores
de demostrar su destreza?
Acomodando, ¡que belleza!,
el costillar junto al vacío;
disciplinando los chorizos,
sacando a punto la molleja.

Por la corrupción, ésta costumbre
hoy nos toca hacerla a un lado.
Tantos maulas, tanto afano
me dejan el corazón roto.
Y por lo menos que quede una foto
de lo que era un buen asado.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias a Dios todavía disfruto de los domingos de asado en la casa con la familia. Pero hasta cuándo durarán, es una pregunta sin respuesta definida. Ruego que no caduque, y sueño con que todos tengamos esa dicha cuando la ocación lo amerite y cuando simplemente se tengan ganas de masticar una pedazo de entraña o chupar un par de costillas como buenos argentinos.