En clase la llamaron por el nombre completo y creí allí ver una puerta de entrada para volver a hacerme ver de alguna manera.
_¿Vos no sos familiar de xxx?_
_Si, es mi hermana. ¿La conocés?
_Mas o menos. Era amiga de una ex mía. Capaz la conocés. Se llama xxx.
_¡Ah, si! Era muy amiga mía también en la secundaria. ¿Salía con vos? Mirá vos.
Inmediatamente caí en la cuenta que ese dato, precisamente, no iba a ayudar a mis propósitos casanovezcos. La historia con mi ex no había resultado muy bien. En realidad la había dejado, y ella había quedado con: ganas de volver, luego impotencia y más tarde, rencor.
Ella, sabia, ya había entrevisto las banderas de guerra que yo habia levantado, y hasta entonces, conociendo el juego, había retrucado muy bien a casi todos mis indicios de conquistador. Ahora muy seguramente recurriría a aquella fuente para saber datos mas precisos de mí.
Esos pensamientos me llamaron al silencio, tiempo que perdí de hablarle de otras cosas. Ya tenía que irse, asi que improvisé una salida rápida
La miré profundo y le solté la frase.
_Mirá, es simple: si te habla bien de mí y te cuenta que la hice feliz, te está diciendo la verdad. Ahora, si te habla mal, es porque todavía no se le fue el rencor. Tiene celos, y todavía me quiere. Y si te fijás bien eso también habla bien de mi. Algo debo tener para que quiera volver. ¿O no?_
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