Lleno el colectivo, en su mayoría por estudiantes de la secundaria. Éllos ocupando los asientos y algunos mayores de pie. Cinco, quizá seis celulares suenan fuerte (la pucha, que lástima el progreso de la tecnología) dejando entreoír: cumbia, marcha, reguetón y más cumbia.
Suben dos jóvenes de noble estirpe. Uno le susurra algo al otro de manera imperceptible para todos los pasajeros.
Éste entonces se queda en la primera mitad de la unidad, y el otro, a seis o siete metros, en la opuesta.
La poca charla entre los viajantes les deja libre el escenario.
Ahora a viva voz (están lejos y no pueden aproximarse entre sí debido a la multitud):
_¡Hola Javier!, ¿como andás?
_¡Hola Pablo!, ¿que hacés?
_Acá, disfrutando de la buena música. ¿Escuchaste que lindo como suenan todos los celus juntos?
(Ganan las primeras miradas. Quizá una sonrisa.)
_¡Siii! Me puse a pensar, ¿viste que se escucha más hermoso cuando se mezcla todo? O sea, capaz que si sonara, ponele, el reguetón solo, capaz se escucha feo. Pero cuando a eso le sumás la marcha, o dos temas distintos de cumbia, ahí está bárbaro...
(Los pasajeros decentes ya estamos disfrutando de la broma. A los encargados del sonido, no se porqué, les cuesta un poco entender la ironía.)
_Escuchá Javi, prestá atención: (imita fonéticamente el ritmo (?) de la cumbia): Shhh sh sh sh, shhh sh sh sh, shhh sh sh sh...
_Si, pero es más un Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh sólo ¿no? Qué bueno está. ¡No te aturde para nada! ¿No le parece señora?
(La búsqueda de la complicidad en la pasajera se debe a la primera mirada de odio de uno de los estudiantes que ha sido alertado por una compañera del juego que se estaba desarrollando. Por suerte la mujer ha entendido el intercambio y dice también en voz alta)
_Ay, querido. Ni hablar mirá. Yo vuelvo todos los días del trabajo a esta hora y siempre es así.
_Que bueno señora, que sobre que la hagan ejercitarse viajando parada en el colectivo, que por eso es que no le dan el asiento, no vaya a creer otra cosa; los chicos compartan sus buenos gustos musicales.
_Bueno Javier, en esta nos bajamos. Qué lástima. Pero bueno, capaz, si tenemos suerte, sigamos encontrando gente que no conoce sobre el uso de los auriculares!
Yo, después de la amplia sonrisa, hago dos palmas, temeroso si aplaudir o no. Por suerte, muchos, hasta el chofer se unen para conducir esta ovación a la victoria de la batalla entre la moda y la cultura.
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