lunes, 4 de abril de 2011

Lo leyó en un diario viejo.

 Tener la mesa en condición de libre de Tecnología de los Alimentos un martes y rendir el final de Termodinámica Avanzada un miércoles quizá fuera pedir mucho para un joven de tan sólo 19 años.

 Aún así, Miguel D'angelo cree poder llevar a cabo su proyecto de alcanzar el título de Ingeniero Industrial antes del tiempo estimado por el diseño de la currícula de la carrera misma: él dice poder terminarla no en cinco, si no en sólo cuatro años; para así obtener las mejores becas y programas de intercambios del país.

 D'angelo antepone la necesidad de dejar impoluto el prestigioso apellido que lleva y se exige más allá de lo normal. El martes 17 de Julio obtiene un 9,33 en Tec. de los Alimentos y se convierte en el primer alumno de la Universidad de su provincia en aprobar una materia de 4to año siendo todavía estudiante de 3ro y nunca haberla cursado. Miguel en otras dos oportunidades ya ha logrado aprobar materias del nivel inmediato superior en calidad de libre. Es sin duda alguna, un fenómeno intelectual.

 Al día siguiente, la mañana del miércoles 18 de Julio, día de su parcial de Termodinámica Avanzada, los 32 compañeros de su comisión están en silencio en el Aula Magna, mientras el prof. auxiliar de cátedra pasa por las filas, dejando en la mesa del banco de cada uno, el parcial con las preguntas.

 Miguel D'angelo ha llegado unos minutos tarde. Entra presuroso por la puerta de atrás, despeinado y abrazando con fuerza y torpeza muchos papeles en desorden con notas y apuntes en lápiz negro.

 Se sienta en el último banco y no logra ser visto por sus compañeros, quienes están concentrados leyendo las primeras preguntas.

 Sus promedios son excelentes hasta ahora pero la demasiada abstracción de la realidad que le demanda las horas de estudio, y la bajísima cantidad de horas de sueño (2,30 a 3 hs por día) han causado por fin sus efectos.

 Sánchez, un alumno que no ha estudiado para este exámen se distrae viéndolo. La cara se le ilumina cuando lo descubre y se levanta de inmediato y grita mientras lo apunta con el dedo:

 _¡MIGUEL NO TIENE PANTALONES!_

 Incrédulos, atónitos, los compañeros y profesores se vuelven para mirar a Miguel. Algunos van hacia él sin entender lo que están viendo. Otros se suman a las carcajadas de Sánchez, y él permanece inmóvil y con la mirada perdida sentado en su banco, en efecto, con camisa y corbata desalineada, zapatos negros desatados y medias blancas, y sólo un calzoncillo verde descosido.

 La voz corre y ya en la vereda, y ante el tumulto de miradas estupefactas, morbosas y burlonas de alumnos de otras carreras que han salido a verlo, confuso y luego de haber pedido varias veces que lo dejen rendir el exámen; sube a la ambulancia que lo deposita en la clínica donde comenzarán sus exámenes psiquiatricos.

 "Es un cortocircuito que hace el cerebro cuando trabaja demasiado y descansa poco. La falta de sueño desequilibra paulatinamente el funcionamiento normal del comportamiento y ésto es de carácter acumulativo mientras más esfuerzo se hace" explican los doctores a los padres de Miguel semanas después de su  internación en la Clínica Psiquiátrica.

 En efecto, hacía tres años que Miguel D'angelo llevaba ese ritmo de vida, recuerda la madre.

 Un año de internación fué el tiempo que el paciente no mostró mejora alguna. Pasó del solipsismo a la abstracción total. No pronunció palabra alguna durante dos meses y en las peores etapas se sentó en su cama con la mirada perdida en la pared durante tres días, sin dormir y sin moverse, con la misma mueca de confusión en su rostro. Otro tiempo se pasó haciendo y rehaciendo gráficos invisibles con el dedo índice en el paredón del patio de la clínica, como si los analizara metódicamente.

 Los doctores hace tiempo han declarado demencia irreversible.

 Trece meses han pasado desde el incidente. Una cálida mañana de agosto Miguel despierta confundido. Pero esta vez la confusión es otra.

 Pregunta a su enfermera donde está y pide que por favor lo lleven a la Facultad, que debe rendir una materia importante. Miguel no cree lo que se le explica; en efecto, no recuerda nada de lo sucedido. Lo último que sabe es que el día anterior aprobó Tecnicatura de los Alimentos, y hasta recuerda que punto hizo mal que lo hizo obtener sólo un 9,33.

 Los doctores son informados de las novedades y luego de la organización de la Junta Médica y los exámenes correspondientes, extrañados, encuentran al paciente en perfecto estado de salud mental. Como si nada nunca hubiera pasado.

 Miguel vuelve a su casa y retoma de a poco su vida normal. Se inscribe al año siguiente otra vez en la carrera. Si bien, su historia es conocida en toda la Universidad (lee por 1era vez su caso en el recorte de un diario de la época), trata de dejar todo eso atrás y sin mayores problemas, cursa y se recibe un año y medio después.

 Hoy, a los 38 años, es un destacado profesional y lleva adelante una vida normal de esposo y padre de 3 hijos.

 Y a veces repasa aquella crónica en el diario que cuenta lo ocurrido. Y la lee, aunque sin entender todavía como es posible que en realidad es él, el protagonista aquella historia.

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